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El retorno en el nuevo escenario de la migración entre México y Estados Unidos

y propició posturas que demandan un obligado compromiso de las perso-

nas migrantes con esos espacios territoriales –e incluso mayor que de las

personas no migrantes.

Territorialidad

. Derivado del planteamiento previo, surge la premisa de la

unidad territorial. Aunque por zona de origen pueden interpretarse distintas

escalas territoriales, que suponen límites político-administrativos a distintos

niveles (local, regional, nacional, supranacional), en la práctica, el

lugar de

origen

en la migración de retorno internacional se suele equiparar a los límites

nacionales, sin distinciones en su interior (Pascual de Sans, 1982). En esa

línea, generalmente, cuando se alude a la migración de retorno se refiere a

la población que emigró cruzando los límites nacionales y luego lo hizo en

contrasentido, de manera que el criterio que prima es la delimitación del

Estado-Nación.

De aquí se desprenden al menos dos cuestiones. El supuesto mencionado asume

que el retorno se dirige necesariamente al lugar de origen, lo que conlleva a que

las unidades de análisis sean un lugar de origen (sin problematizar si se trata

del lugar de nacimiento o del lugar de salida previo a la migración) (Rivera y

Lozano, 2006, 2009) y un lugar de destino (Rivera, 2013). Esta visión lineal

y dicotomizada no da lugar ni permite analizar cuando el movimiento ocurre

hacia un lugar diferente del de origen, por eso, Masferrer (2014) destaca lo

contradictorio que puede sonar una investigación como la suya que se enfoca

en estudiar el

regreso a otro lugar

.

En segundo término, a partir de la preeminencia de la premisa axiomática de

que los migrantes de una misma región o comunidad particular constituyen

un grupo étnico antes de que sean estudiadas y conocidas sus identidades,

acciones, creencias y relaciones sociales, se esencializa el lugar de proceden-

cia como un marcador de homogeneidad social (Rivera, 2013). Este “lente

étnico” (Glick Schiller

y Çaglar

, 2011) ha instaurado un sesgo basado en

la concepción de manera natural de los grupos como unidad de análisis y

objeto de estudio.

Temporalidad.

Este aspecto se relaciona con el tiempo de estancia fuera del

país natal, así como con el tiempo de permanencia tras el retorno. En relación

con el primero, suele preguntarse ¿a partir del transcurso de cuánto tiempo

se puede considerar a una persona como migrante de retorno?