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Conclusiones
resultado no se expresó en una mayor inserción laboral, sino, por el contrario, en
la conquista de importantes espacios sin empleo. De forma adicional a la mayor
dificultad para acceder a un trabajo, una vez logrado, las y los migrantes de retorno
se insertaron diferencialmente respecto al resto de la población ocupada y se
encontraron subrepresentados en la cima de la estructura ocupacional, es decir,
con menos lugares relativos en aquellas ocupaciones que requieren de mayores
habilidades y capacidades. En el caso de los hombres podría explicarse porque en
promedio tienen menos escolaridad que sus pares que no han retornado, pero ésta
no es la situación de las mujeres retornadas, que de igual forma no accedieron a
mejores trabajos en la estructura ocupacional.
La comparación de los ingresos laborales en los dos momentos del análisis
mostró un comportamiento muy diferente: el retorno contemporáneo experimentó
retribuciones salariales comparativamente menores respecto de una década atrás.
Mientras que la población en general tuvo un crecimiento relativo en la escala
remunerativa, la población retornada transitó por un camino opuesto: en el año
2000 las y los migrantes de retorno se encontraban sobrerepresentados en las
categorías de mayores niveles de ingreso, mientras que diez años después esta
situación es la inversa.
Además de considerar las oportunidades que el mercado de trabajo otorga
para la integración y satisfacción de necesidades, también analizamos la inserción
y el logro escolar como posible vía de integración social, en especial para aquellos
que se encuentran en un momento del curso de vida en donde la alternativa no
es, o no debiera ser, el trabajo. Un grupo que merece inmediata atención es el de
las niñas y los niños migrantes de retorno, de entre 6 y 11 años, ya que es el único
que no mejora los niveles de asistencia escolar durante el periodo observado. Las
condiciones propias de su itinerario migratorio y de su socialización temprana
requieren del diseño de políticas específicas, y más aún cuando los mecanismos
y requerimientos institucionales en lugar de facilitar el proceso de inserción agregan
trabas que vulneran el derecho a la educación de la niñez retornada. En términos
generales, la población entre 6 y 24 años que retorna del país vecino se encuentra,
en mayor medida, excluida del sistema educativo y del mercado laboral, en com-
paración con quienes no son migrantes de retorno.
El acceso a la educación y a un trabajo digno no son derechos que se garan-
ticen de manera universal en la sociedad mexicana, y menos aún en la población
que ha retornado de Estados Unidos, en particular la que se encuentra en una