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El retorno no voluntario y los cambios en la política de Estados Unidos...

Uno de los cambios que más llama la atención es la disminución del predominio

de mexicanos en la población de migrantes aprehendidos. Mientras que en 2000 el

96 por ciento de las aprehensiones era de mexicanos, en 2013 este grupo represen-

tó solo el 64 por ciento. A su vez, los migrantes centroamericanos de Guatemala,

Honduras y El Salvador, que en el año 2000 participaron con el dos por ciento

del total de aprehensiones, para 2013 la cifra se incrementó a 29 por ciento. Este

cambio pudiera estar relacionado no solo con la desaceleración/disminución que

ha presentado la migración mexicana hacia Estados Unidos durante los últimos

años, sino principalmente por el creciente número de aprehensiones realizadas

en el interior del país vecino y no solo en su frontera sur, como mayoritariamente

sucedía hasta antes del 11 de septiembre de 2001, además de un incremento de la

migración centroamericana de tránsito por México.

En el cuadro 6.2 se observa que en 2004 el 92 por ciento de las aprehensiones

fue ejecutado por la

Customs and Border Protection

(

CBP

), que centra su actividad

en la frontera sur del territorio estadounidense. Para el año 2011, esta agencia

gubernamental disminuyó su participación en las aprehensiones al 50 por ciento

del total, mientras que el otro 50 por ciento estuvo a cargo de la

Immigration and

Customs Enforcement

(

ICE

), agencia encargada de aprehender, detener y deportar

inmigrantes irregulares en el interior del país.

Las aprehensiones en el interior de Estados Unidos por parte de la agencia

ICE

efectuadas de manera regular a partir de 2004, han tenido una serie de repercusio-

nes negativas para la población migrante. Contrario a lo que sucede en la frontera

entre ambos países, donde los migrantes son detenidos y devueltos en sus intentos

de cruce, o poco tiempo después de haber cruzado, las aprehensiones al interior

del país involucran a personas con mayor tiempo de estancia en el mismo, presu-

miblemente con mayores vínculos familiares y laborales, incluso muchos de ellos

con familiares (hijos o cónyuges) ciudadanos estadounidenses.

Un estudio reciente publicado por el

Pew Hispanic Center

revela que 62 por

ciento de los 10.4 millones de migrantes irregulares adultos que en 2012 vivían

en Estados Unidos tenía más de diez años de residencia en esa nación; además,

alrededor de cuatro millones de migrantes irregulares –potencialmente deporta-

bles– vivían con hijos que habían nacido en Estados Unidos (Passel

et al.

, 2014).