13
Introducción
irregular– y la circularidad propias de etapas pasadas, como corolario del incremento
de los costos y los riesgos que implica el cruce de fronteras, y que se expresó en la
disminución del
stock
de migrantes mexicanos y en el aumento sin precedentes de
la migración de retorno. De esta forma, el estudio del retorno migratorio adquiere
en la actualidad un cariz distinto y puede reconocerse como la principal mani-
festación y efecto de esta nueva fase migratoria entre México y Estados Unidos
(Durand, 2006; Canales, 2012).
La migración de retorno en México no es un hecho novedoso, en la medida
en que se reconoce que los flujos de retorno siguen a los flujos de migración (Pas-
cual de Sans, 1982). La existencia de sistemas migratorios consolidados –como
el sistema México-Estados Unidos– no sólo facilita la migración, sino también el
retorno (Morawska, 1991), componente que se refuerza, además, por la cercanía
geográfica entre ambos países (Parrado, 2004).
En el caso particular de la migración entre México y Estados Unidos, la pre-
sencia de población mexicana data desde mediados del siglo
XIX
. La información
censal de aquel país registró que en 1850 había 13 mil personas nacidas en México,
población que en los siguientes cincuenta años presentó un crecimiento más bien
modesto, al ubicarse en 103 mil personas.
Sin embargo, a partir de 1900, tanto la construcción de la infraestructura
ferroviaria desde el centro de México hacia la frontera con Estados Unidos, como
los efectos derivados de la Revolución Mexicana de 1910-17 y el auge económico
de la economía norteamericana durante la década de 1920, contribuyeron a que la
población mexicana en ese país se sextuplicara en los siguientes treinta años con
una cifra de 640 mil personas en 1930.
La Gran Depresión de 1929, que significó una deportación masiva de pobla-
ción migrante de todas las nacionalidades, impactó severamente a connacionales
radicados en ese país, pues hacia 1940 había disminuido a casi la mitad de la que
había en este último año, ubicándose en 377 mil personas. Durante las siguientes
dos décadas (1940-50 y 1950-60) la población mexicana no logró recuperar los
niveles alcanzados en 1930. Fue hasta la terminación del Programa Bracero (1942-
1964) que ésta empezó nuevamente a asentarse en territorio norteamericano y
alcanzó en 1970 la cifra de 760 mil personas (Passel, Cohn y González, 2012:44).
El periodo que va de 1964 a 1986, conocido por algunos autores como la era
de “los indocumentados” (Durand, 1994), se caracterizó por un importante cre-
cimiento de la población mexicana en el vecino país. Se trata de un periodo que