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El retorno en el nuevo escenario de la migración entre México y Estados Unidos
Esta crisis pronto se convirtió en una crisis global y afectó a gran parte de los
países del mundo, escenario que propició el temor a las posibles consecuencias
catastróficas de los efectos económicos sobre la migración y las remesas (Orozco,
2009). Sin embargo, en estudios previos se ha encontrado que las consecuencias
han sido más complejas y se manifiestan en diversos aspectos que trascienden el
mero pronóstico de un retorno masivo de personas, como resultado de la situación
económico laboral (Canales, 2012).
En realidad, dicha crisis fue el síntoma más visible de una recomposición de
los patrones tradicionales de la migración, que ya se venía gestando en años ante-
riores. Esta coyuntura económica se sumó al incremento persistente de políticas
restrictivas a la movilidad de personas que desde hace más de dos décadas –pero
con especial énfasis desde 2001– se vienen implementando en diversos países
europeos y particularmente en Estados Unidos, y que en la actualidad se expresan
en: una agudizada política de reforzamiento de las fronteras para detener el paso a
los migrantes irregulares; una expansión de leyes estatales “antiinmigrantes” con la
finalidad de desalentar el establecimiento de esta población, y una ampliación del
marco legal para deportar a los que se encontraban en el interior del país, con una
fuerte tendencia a la criminalización de la población migrante (Anguiano, 2013;
Anguiano, Cruz y Garbey, 2013; Izquierdo y Cornelius, 2012).
En suma, el panorama esbozado sugiere que más que la sola situación econó-
mico-laboral, es una conjunción de factores estructurales y coyunturales de diverso
calibre la que ha hecho más complejo el fenómeno migratorio a nivel global. Esta
situación ha sido valorada como un punto de inflexión en la dinámica migrato-
ria mexicana de más largo aliento (Canales, 2012), que para algunos autores es
considerada como una nueva fase o nuevo patrón migratorio (Massey, Pren y
Durand, 2009; Durand, 2013), en el que no desaparecen los desplazamientos y las
movilidades, sino que ocurren en un contexto donde hay una mayor equiparación
entre la emigración y el retorno.
Tales procesos dieron paso a un escenario de migración neta cercana a cero, es
decir, la diferencia entre las entradas y las salidas de migrantes es muy cercana a cero
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(Passel, Cohn y González, 2012; Zenteno, 2012; Canales, 2012; Alarcón, 2012),
caracterizado por la desaceleración de la emigración mexicana –especialmente la
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Aunque a esta situación se la ha denominado “migración cero”, en estricto sentido, no se trata de una
situación en donde no exista migración, sino que el saldo neto migratorio es cercano a cero.