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El retorno en el nuevo escenario de la migración entre México y Estados Unidos

sin retorno, comparten un cambio en su estructura que expresa la tendencia hacia

el envejecimiento poblacional por la que transita México. Esto se advierte en la dis-

minución durante la década de los grupos de edad de 0-5, 6-14 y 15-34 años y un

consecuente aumento en los grupos de edad a partir de los 35 años. Los hogares con

migrantes de retorno de Estados Unidos tienen un comportamiento similar: los tres

primeros grupos de edad presentan una leve tendencia a disminuir en importancia; el

grupo que más incrementa su peso relativo es el de 35 a 44 años (posiblemente por

la misma presencia de la población retornada), enseguida el grupo de 45 a 64 años.

Por su parte, el porcentaje de personas de 65 años y más se mantuvo sin cambio.

Este aspecto se amplía en las gráficas 5.1 a la 5.6. Además de constatar la

información antes mencionada, ilustran las formas que adquieren las estructuras

por edad y sexo, así como evidencian que, a pesar de que los dos primeros tipos de

hogares comparten tendencias de recomposición similares, todos los hogares anali-

zados tienen estructuras diferentes. Las gráficas 5.1 y 5.2 muestran la variación de

la estructura para el total de hogares sin actividad migratoria vinculada a Estados

Unidos, dando cuenta de un perfil más envejecido en 2010.

Los grupos de edades desde los 0 hasta los 25 años se retraen y los que más

crecen son los que se ubican entre los 40 y 59 años. Los hogares con actividad migra-

toria pero sin retorno (véase gráficas 5.3 y 5.4) comparten la misma tendencia a

la contracción de las edades 0 a 25. Sin embargo, se trata de pirámides en que sus

siluetas se encuentran notablemente afectadas por la emigración: exhiben despro-

porciones acentuadas en ciertos grupos de edad, así como en la composición por

sexo, corolario de la historia de las generaciones que han emigrado.

En 2000, hay una pérdida de población, particularmente masculina, entre

los 20 y 49 años, y en 2010, entre las edades 25 y 54. Asimismo, en ambos años,

hay una preeminencia de niñas(os) y jóvenes (entre 10 y 24 años) respecto de los

hogares sin actividad migratoria –con algunas diferencias por sexo– explicable

por la presencia de hijas e hijos que permanecen en los hogares, cuyos padres han

migrado, o bien niñas(os) que han regresado para quedarse al cuidado de uno de

sus padres, de los abuelos o de otros parientes.

Por último, las gráficas 5.5 y 5.6 presentan las estructuras de la población de

los hogares con migrantes de retorno de Estados Unidos. Si bien éstos comparten,

en líneas generales, la disminución de las cohortes de edades más jóvenes, su peso

relativo es mayor. Además, la presencia sobresaliente de población en edades centrales

parece incidir en la estructura etaria de los hogares que la alberga, de tal forma que