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El retorno en el nuevo escenario de la migración entre México y Estados Unidos

en todas las regiones la participación fue menor para las mujeres migrantes de

retorno y, en términos generales, permanecieron en niveles relativamente bajos.

De lo anterior, se concluye que la brecha en el acceso al empleo que separa a la

población retornada de la población no migrante de retorno en México es signifi-

cativa –y se ha incrementado en la década–, situación que también se ha corrobo-

rado en otros países de la región. Además, las dificultades de los retornados en el

acceso al mercado de trabajo reproducen desigualdades de género, lo que produce

entonces una doble desventaja respecto a la población no migrante (Cobo

et al.

,

2010; Albo

et al.

, 2012; Prieto y Koolhaas, 2013).

Las dificultades para acceder a un empleo también fueron diversas en relación

con el momento del curso de vida de las personas. Los más jóvenes, un grupo que

históricamente ha tenido dificultades para ingresar a un trabajo y para conservarlo,

fueron los que más resintieron el efecto de la crisis: las y los jóvenes entre 15 y 24

años (retornados y no retornados) tuvieron los mayores incrementos y, en conse-

cuencia, las mayores tasas de desempleo en 2010 (véase cuadro 4.2). Si bien esta

situación ya se advertía en 2000, en el año 2010 la brecha en los niveles de desocu-

pación con los demás grupos etarios se amplía considerablemente. En todos estos

casos, las dificultades fueron mayores para las y los jóvenes migrantes de retorno.

Para los jóvenes varones retornados, en 2010 la tasa se situó en 11.2 por cien-

to mientras que para sus pares sin la experiencia del retorno fue de dos dígitos

menos, 9.2 por ciento. Vale la pena notar que éste es el único grupo en el cual la

población de retornados muestra tasas de participación económica mayores a las

de los no retornados (77.8 y 56.6%, respectivamente), lo que apunta a que estos

jóvenes participan en mayor medida del mercado de trabajo y de forma simultánea

también tienen las mayores dificultades para acceder a un empleo.

En los demás grupos de edad también es observable un desempleo mayor para

las personas retornadas y, particularmente en la población entre 25 y 59 años, se

aprecian (de manera acentuada en 2010) niveles que hasta duplican los de sus

pares no retornados. Asimismo, en el caso de los hombres destaca la situación de

aquellos que tienen 60 o más años, con niveles de desempleo similares a los de

la población más joven: 11.4 por ciento. Los datos muestran que regresar desde

Estados Unidos, en mayor medida para los varones en edades medias y avanzadas,

los coloca en una situación más precaria para conseguir un trabajo.

En el capítulo 3 se analizó la composición de la población migrante de retorno

y de la población no migrante de retorno de acuerdo a sus niveles de escolaridad.