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La (re)inserción laboral y educativa tras el retorno

visto más afectados que otros. Los trabajadores migrantes constituyeron uno de

los grupos poblacionales más vulnerables frente a la crisis y el más severamente

impactado (Castles y Miller, 2010).

A pesar de que la crisis se extendió al conjunto de países en desarrollo, su

impacto fue menor (tanto en el ámbito financiero como en el económico) y los

medios de transmisión dependieron de las características de cada uno. En los lati-

noamericanos y caribeños el impacto se sintió más fuerte después de mediados

de 2008, pero, en general, resultó ser una crisis de corta duración (Ochoa, 2013).

Dos particularidades que han prevalecido en la economía mexicana durante las

dos últimas décadas han sido la alta volatilidad y la creciente dependencia del mer-

cado estadounidense. En tal contexto, la economía se volvió más vulnerable a los

efectos de la crisis, por lo que resultó una de las más golpeadas entre los países en

desarrollo, con impactos de envergadura, en comparación con los que han tenido

otros episodios anteriores, al considerar su severidad y su duración combinadas

(Mariña, 2011).

Entre los efectos de la crisis económica que se manifestaron en México, cabe

mencionar: la reducción de la demanda de exportaciones, la disminución de las

inversiones extranjeras directas, la caída de los precios de las materias primas, el

alza de los costos de capital y contracción del crédito, la reducción de la demanda

de servicios turísticos, y la disminución del envío de remesas. Tras un proceso de

desaceleración que inició a finales de 2008, la contracción de la economía mexicana

tuvo lugar en 2009, lo cual se reflejó en una reducción de 6.2 por ciento del

PIB

(en

1995 la caída del producto fue de 6.1% en términos reales) (Ochoa, 2013). Este

indicador colocó a México como la economía más golpeada de América Latina:

en ese mismo año, en promedio para toda la región, el

PIB

cayó en 2.6 por ciento

(Maldonado, 2010). Como consecuencia de tal deterioro económico, tuvo lugar

un proceso de pauperización de los hogares mexicanos.

Lo anterior sugiere que si bien uno de los factores que impulsaron el incremento

de la migración de retorno en la última década estuvo estimulado por los efectos

de la crisis en Estados Unidos, quienes lograron “escapar” de éstos no necesaria-

mente lograron eludir su impacto en su país de nacimiento. El análisis del capítulo

previo mostró que el retorno creció en más de 200 por ciento en 2010, en relación

con la población retornada diez años antes. Este hecho, de por sí interesante, pone

sobre el tapete la importancia que tiene la recuperación de esta población para el

mercado laboral mexicano.