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El retorno en el nuevo escenario de la migración entre México y Estados Unidos
federativas y municipios se distingan en relación con la mayor intensidad migratoria
que presentan. A fin de captar esta diversidad,
CONAPO
(2010) actualizó el índice
de intensidad migratoria con base en cuatro criterios: viviendas que reciben reme-
sas (ingresos del exterior); viviendas con emigrantes a Estados Unidos durante el
quinquenio 2005-2010 y que al momento del levantamiento censal permanecían
en ese país (emigrantes); viviendas con migrantes a Estados Unidos durante el
quinquenio 2005-2010 que regresaron al país durante ese mismo periodo (migran-
tes circulares) y que a la fecha del levantamiento censal radicaban en México;
y viviendas con migrantes que residían en Estados Unidos en 2005 y regresaron
a vivir a México antes del levantamiento censal de 2010 (migrantes de retorno).
Las entidades federativas de
muy alto
y
alto
grado de intensidad migratoria
comprenden a: Zacatecas,Michoacán, Guanajuato, Nayarit, Durango, Aguascalientes,
Jalisco, Colima, San Luis Potosí, Morelos, Guerrero e Hidalgo. Aquellas con
grado
medio
de intensidad migratoria son Chihuahua, Baja California, Querétaro, Oaxaca,
Sinaloa, Puebla, Tamaulipas y Coahuila. Las de intensidad migratoria de grado
bajo
y
muy bajo
corresponden a Sonora, Nuevo León, Veracruz, Tlaxcala, México, Baja
California Sur,Distrito Federal, Yucatán,Quintana Roo, Campeche, Chiapas y Tabasco.
Aunque la migración de retorno es parte del índice de intensidad migratoria,
no es el único criterio, sino que los otros tres indicadores dan cuenta además de la
dinámica del proceso migratorio en su conjunto. La gráfica 3.18 muestra el porcen-
taje de personas retornadas y de la población no migrante en 2000 y 2010, según el
grado de intensidad migratoria (
GIM
) en 2010 (
GIM
, 2010) de la zona donde residen.
Para la población no retornada se incrementó la importancia relativa de las zonas de
residencia con
GIM
medio y alto/muy alto; como contraparte, disminuyó el de las
zonas con menores grados de intensidad migratoria, al pasar, en 2000, de 46 y 47 por
ciento para mujeres y hombres, respectivamente, a 39 por ciento en ambos casos. Sin
embargo, este patrón no se aprecia en el caso de la población retornada, que aumenta
su peso relativo en las zonas de residencia de media intensidad. El 27.7 por ciento
de las mujeres y 26.3 por ciento de los hombres residían en ellas en 2000; en 2010
lo hacen el 33 y 28 por ciento, de manera respectiva. A pesar de esta mejora relativa,
continúa predominando la residencia de las personas retornadas en las zonas de mayor
intensidad migratoria: más de la mitad de los retornados y las retornadas residía allí
en 2000 y así continuaron en 2010.
Del análisis previo se desprende la importancia sustantiva que aún tienen las
regiones migratorias planteadas hace más de 15 años para entender la dinámica