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Encuesta sobreMigración en la FronteraNorte deMéxico
escasamente consolidadasparaapoyar sumovilidad. Esposi-
bleque la variabilidaden las rutas no fueradecididapor ellos,
sino por los “prestadores de servicios de conducción de mi-
grantes indocumentados” (Castillo, 2013:89) queorientaron
susdesplazamientos, conocidos comopollerosy coyotes.
Como es sabido, hombres y mujeres buscan estra-
tegias diferentes para trasladarse y cruzar la frontera, en
consecuencia, sumovilidad reflejadaen las rutasmigratorias
también tiene comportamientos diferenciales. Esas estra-
tegias y la frecuencia de los desplazamientos responden a
una combinación de factores, entre ellos: la distancia entre
los lugares de origen y destino, la existencia de vías y me-
dios de transporte que facilitan lamovilidad, la localización
geográfica de las redes sociales, la recurrencia en el uso de
determinadas rutas, el conocimiento o la percepción sobre
los posibles riesgos y peligros, e incluso las estrategias y
decisiones que toman los ya mencionados prestadores de
servicios de conducción demigrantes indocumentados. Las
mujeres suelen utilizar rutas demovilidad y acudir a estra-
tegias de cruce fronterizoalternativas a las queemplean los
varones, considerando aquellas que conllevanmenores ries-
gos ymayor seguridad, en lamedida de loposible. Las rutas
demovilidad femenina acostumbran estar más asociadas a
desplazamientos directos de largo alcance entre el origen y
el destino (por ejemplo, traslados aéreos), y sus desplaza-
mientos suelen ocurrir conmenor frecuencia que en el caso
de los varones, caracterizándose por unamayor permanen-
cia en el origeno el destinoypor unaperiodicidad estrecha-
mente relacionada conel ciclode vida femenino, los roles de
género y la valoración de los riesgos que implica cruzar la
frontera sindocumentos (Anguiano, 1998:269).
Como lomuestra la gráfica 4, debemos señalar que
el volumen demigrantes femeninas que capta la emif norte
reflejaque sumovilidadesmenos recurrenteque lade losva-
rones, por ello, su participación en los flujos siempre esme-
nor. Si bien, en algunos años se registróunamayor presencia
demujeres en este flujo—específicamente en2001, 2010 y
2011, cuando representaron pocomás de una cuarta parte
del total del flujodemigrantes procedentes de sur condesti-
noEstadosUnidos—, el comúndenominador esunapresencia
más bien escasa de mujeres. No obstante, la tendencia ge-
neral del periodo 1995-2012 ha sido hacia el incremento de
laparticipaciónporcentual femeninaenesteflujomigratorio.
En el cuadro2 se presenta la distribución del mismo
flujo diferenciado por sexo y considerando la región de cru-
ce hacia EstadosUnidos en los tres años que hemos elegido
para el análisis. En 1995, una proporción mínima de muje-
res fue captada en ese flujo en las tres regiones fronterizas
de arribo y potencial cruce hacia la Unión Americana. Ello
puede indicar que sus desplazamientos entre los dos países
ocurrían conmuchísimamenor frecuenciaque los realizados
por los varones, yqueesos traslados noocurríanprioritaria-
mente por las regiones de levantamiento de la emif norte.
En el año 2001, la participación femenina en el flujo se in-
crementó notablemente, alcanzando a cuatro de cada diez
migrantes que se desplazabanpor las localidades de Sonora
y Chihuahua, a cerca del 20 por ciento de quienes lo hacían
por Baja California, y se quintuplicó la proporción de muje-
res que viajaron por las ciudades fronterizas de Coahuila y
Tamaulipas respecto de 1995. En el año 2012, si bien los
desplazamientos femeninos decrecen por la región fronteri-
zacentral (SonorayChihuahua), reducensuparticipaciónde
casi cuatroa sólounode cadadiez traslados por esa región,
y disminuyen ligeramente por la región Este; en contraste,
se incrementan de forma significativa por el Oeste al captar
las localidades bajacalifornianas de Tijuana y Mexicali casi
la tercera parte demujeres en el conjunto demovimientos
migratorios ocurridos por esa región.
Al analizar el comportamiento de los desplazamien-
tospor regióndeorigeny continuando con ladistinciónentre